DUELO Y CÁNCER

Gracias a los avances de la medicina en muchos casos el cáncer se está convirtiendo en una enfermedad crónica, aunque, en otros casos, va asociado irremediablemente a la muerte.

El cáncer nos confronta a una situación nueva, indeseada, desagradable que provoca mucho miedo, por tanto,  un gran estrés relacionado con la incertidumbre sobre el futuro.

Además, el diagnóstico y el tratamiento suponen una ruptura del itinerario vital. Esta circunstancia tiene un fuerte impacto en todos los aspectos de la vida de la persona Viéndose muy afectada la calidad de vida tanto del enfermo como de su familia.

 

Es en este contexto en el que los psicólogos tenemos la necesidad de establecer y revisar continuamente nuestros modelos de conocimiento y actuación, buscando la mejor adaptación posible a un mundo y a una realidad que está en continua transformación. Donde debemos reflexionar sobre el proceso oncológico como un todo (sistema) interaccional, incluyendo las relaciones entre lo bioquímico y lo psicológico, lo vivenciado y lo imaginado, lo personal y lo social.

 

Podemos decir que el proceso oncológico en sí mismo requiere de un proceso de duelo, pero además cada fase del proceso nos confronta con la elaboración de diferentes duelos. Cada nueva pérdida requiere la adaptación a esa circunstancia vital específica.

El duelo, como proceso psicológico que se produce tras una pérdida, una ausencia, una muerte o un abandono, no acontece sólo después de la muerte de un ser querido sino también como reacción ante la pérdida de objetos materiales en los que hemos depositado importantes vínculos afectivos, ante la pérdida de roles y/o estatus: posición económica y social, perdida de trabajo, perdida de la salud…

Durante el proceso oncológico se van produciendo múltiples cambios y pérdidas en la vida del paciente y en la de sus familiares, por tanto, el paciente oncológico se convierte en el paradigma de paciente con muchas pérdidas. Tanto los pacientes como sus familiares se van viendo confrontados a una situación de duelo casi permanente.

Cada cambio, cada pérdida, ligada al tratamiento o a la evolución de la enfermedad supone un nuevo duelo, un proceso de adaptación a una situación nueva y a menudo desagradable (caída del cabello, vómitos, pérdida del apetito, perdida de sensibilidad, cambios corporales, cansancio, dolor). Debido a que el paciente con cáncer es un paciente con una gran complejidad requiere un abordaje multidisciplinar desde el principio.

 

En este abordaje integral juegan un papel muy importante el psiquiatra y el psicólogo para poder valorar como van adaptándose la persona y su familia a todas las pérdidas que implica el proceso y poder valorar cuando es necesario hacer una intervención más directa sobre ellos.

Algunas personas van a ser capaces de pasar por los múltiples duelos sin necesitar ayuda. Otros requerirán de un acompañamiento en su proceso para asegurarse llegar a la fase de adaptación. Habrá otros, el 50%, que acabaran desarrollando un duelo patológico, éstos van a requerir de un tratamiento combinado de psicoterapia y farmacoterapia.

Una intervención precoz será muy útil para valorar en que momento del proceso, el paciente y su familia, van a necesitar de un acompañamiento más cercano para evitar que los duelos se conviertan en patológicos e incluso ayudarles a encarar las nuevas situaciones vitales de la mejor manera posible.

 

 

Patricia Planas Rufino

Psicóloga Especialista en Psicología Clínica y Psicoterapeuta

Psiquiatek

3 febrero, 2022